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jueves, 3 de marzo de 2016

RAMÓN MASATS. AÑOS 50



Galería Blanca Berlín
C/ Limón, 28 – Plaza Guardias de Corps
MADRID
Del 3 de Marzo al 9 de Abril 2016



Ayer se presentó en la Galería Blanca Berlín la nueva exposición “Ramón Masats. Años 50”. En el acto estuvo presente el autor, ganador del Premio  Nacional de Fotografía en 2004 y del Premio PHotoEspaña 2014. Ramón Masats es un viejo conocido de la Galería, ya que su obra se ha expuesto allí  varias veces , pero en esta ocasión la muestra se centra en sus primeros años como fotógrafo.

El fotógrafo, que señala a Cartier Bresson como referente de su obra, comenzó a interesarse por la fotografía  en 1951, cuando estando haciendo el servicio militar cayó en sus manos un ejemplar de la revista Arte Fotográfico. y desde entonces nos ha estado mostrando en imágenes  un retrato de una época que regresa con fuerza a nuestras retinas cada vez que nos asomamos al pasado de su obra. 




Publio López Mondejar, fotógrafo, fotohistoriador, periodista y académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, escribió sobre él:

“En 1957, a sus 26 años, llega Ramón Masats a Madrid para dedicarse profesionalmente a la fotografía. Como su paisano Josep Plá casi medio siglo antes, Masats traía de Barcelona ecos de la vida lugareña y la sabiduría antigua de las gentes sencillas, hechas al hábito del sacrificio y la incertidumbre. Y, al igual que el maestro ampurdanés, llegaba a la capital pertrechado de un infrecuente sentido común, un intuitivo recelo hacia todo tipo de verdad canonizada por la costumbre y una aversión visceral por lo solemne, campanudo o pretendidamente artístico.



Una mirada que no convocaba a la nostalgia, sino al gozo y al deslumbramiento visual. Indotado para la metafísica, recelaba de la mediocridad de los que entonces pasaban por maestros indiscutidos, aunque tampoco era fácil hallar una doctrina con la que pudiera identificársele, al margen de la que tozudamente iba construyendo para sí mismo con una determinación silenciosa y obstinada, atesorando, además, un sentido más irónico que sarcástico y una profunda socarronería, sobre la que fue construyendo ese carácter suyo, trasgresor e irreverente, que marcaría luego su mejor fotografía.




En tan largos años de profesión, lo único que no ha perdido Masats es su propensión a la misantropía y su afición a la soledad y el apartamiento. No es sorprendente que haya sido uno de los fotógrafos españoles menos frecuentados por expertos y galeristas. No obstante, no ha podido sustraerse a algunas solicitudes, como la que le llevó en 1999 a realizar una monumental exposición retrospectiva o geroantológica, como él irónicamente gusta de repetir.



 
Atrincherado en su tozuda obstinación, recibe los reconocimientos -en los últimos años se le van acumulando: Premio Nacional de Fotografía, Premio de las Artes Plásticas de la Comunidad de Madrid, Premio Bartolomé Ros…- con indulgente complacencia y cierto regocijo socarrón.



Catalán en Madrid y madrileño en Cataluña, este ciudadano del mundo que nunca busçó la fortuna o la celebridad, sólo ambiciona ya, como su admirado Walter Benjamín, la gloria sin la fama, la grandeza sin brillo y la dignidad sin sueldo. Aunque esto nunca se sabe.”


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